Uno de los sitios al que suelo escaparme siempre que tengo tiempo es Cañamero, un pueblo de Cáceres cerca de Guadalupe. Viajar hasta aquí es tener la oportunidad de dejar volar todo aquello que no me hace feliz. Solo hay que sentarse y esperar que el viento me traiga esa libertad que hace que no deje de sonreír.
Un lugar mágico que me invita a fotografiar todo aquello que despierta mis cinco sentidos. Paisajes que desde los restos de su castillo hacen que se pare el mundo y sientas las ganas de perderte, de olvidarte y de disfrutar de ti mismo.
Una escapada hasta los rincones de su pantano o sus bosques me hacen saborear la vida y vivirla a mi manera. Y es que desde que vengo aquí, vuelvo una y otra vez a hacer la misma ruta, porque en cada una de ellas siempre veo cosas diferentes que me hacen recordar sensaciones olvidadas y sentir emociones nuevas.
Entre fotos veo más allá, hablo sin decir nada, siento y me emociono, viajo y deseo, me ilusiono y lo comparto. Entre sus paisajes, sus gentes y su vino de pitarra descubrí otra parte de mi. Entre fotos, amo.
Sandra Hidalgo