Octavo disco de estudio de la irlandesa Enya y no hay sorpresas. 20 años después de su primer disco y siete desde el penúltimo, la trovadora de la verde Erín sigue fiel a su propuesta musical original. Sin cambios, con los mismos colaboradores en arreglos y letras y con el mismo uso de los sintetizadores, el tiempo no parece transcurrir en su quehacer artístico, pero si tenemos que decir que la belleza de sus canciones permanece, el tempo y el ambiente que portan las hace intemporales y el hechizo continúa. Como muestra: «Dark Sky Island», que da título al álbum.